Hoy, 6 de julio, ha tenido lugar a las doce del mediodía el famoso “Chupinazo”, un cohete que se lanza desde el balcón del Ayuntamiento y que da comienzo a las fiestas de san Fermín. La festividad no se acaba hasta el día 14, día en el que la plaza Consistorial se llena de gentío que acude con velas encendidas, entonando el Pobre de mí, hasta que se abre el balcón y la primera autoridad municipal les anuncia el consolador mensaje de “ya falta menos” para las fiestas del año siguiente.
Los Sanfermines, nombre popular con el que se conocen estas fiestas patronales en honor a San Fermín, han sido declaradas fiestas de Interés Turístico Internacional y tienen su esencia en los encierros de toros matinales y las corridas a las que preceden. Su origen se debe, históricamente, a tres elementos: las celebraciones religiosas que se hacían en torno a san Fermín (s.XII); las ferias que tenían lugar en la ciudad (s.XIV) y, finalmente, la lidia de toros (mitades del s.XIV).
Se puede entender que la semilla de la fiesta surgió en 1399, cuando la ciudad hizo voto perpetuo de solemnizar la festividad de san Fermín aunque, en aquella época, las celebraciones se realizaban el 10 de octubre y tenían un carácter exclusivamente religioso. La fecha que conocemos actualmente se instauró a partir de las Constituciones Sinodales del obispo Bernardo de Rojas Sandoval, que se publicaron en 1590 y que, entre demás normas, trasladaban la festividad de san Fermín del 10 de octubre al 7 de julio, para hacerla coincidir con la feria; al año siguiente, la fecha fue adelantada al 6 de julio, víspera del día del santo.
La primera ordenanza municipal relativa a los emblemáticos encierros data de 1867, pero hasta 1920 el número de corredores era muy escaso. La tradicional carrera dura unos dos minutos y discurre por la calle Santo Domingo, la plaza Consistorial y las calles Mercaderes y Estafeta antes de entrar por el callejón en la plaza de toros, en un recorrido total de 825 m. Otro de los elementos más tradicionales de la fiesta es el atuendo “de pamplonica” que consiste en camisa y pantalón blancos, faja y pañuelo rojos y alpargatas blancas con trencilla roja, lo iniciaron los mozos de la peña La Veleta en 1931.
Las fiestas de san Fermín, siempre fueron un evento muy celebrado por los pamploneses y aldeanos cercanos, aunque su libertad para celebrarlas se vio truncada en dos ocasiones, la primera, durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), cuando quedó reducida a actos religiosos, y la segunda, en los años de la I Guerra Carlista (1833-1840), durante los cuales se volvieron a suspender los festejos taurinos, aunque esta vez, se mantuvieron algunos de carácter profano. A pesar de que su popularidad fue aumentando, el éxito actual se atribuye, en gran medida, a la novela Fiesta del escritor estadounidense Ernest Hemingway, publicada en 1926, que dio a conocer la festividad al extranjero y, sobretodo, al mundo anglosajón; otro factor clave fue el boom turístico de 1960.
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Sanfermines
Nombre que reciben las tradicionales celebraciones que envuelven las fiestas patronales en honor a san Fermín, que tienen lugar en Pamplona (Navarra) entre el 6 y el 14 de julio, y que han sido declaradas de Interés Turístico Internacional. Desde un punto de vista histórico, puede afirmarse que son tres los elementos que dieron origen a las fiestas de mayor tradición de Pamplona: el primero, las celebraciones religiosas en torno a san Fermín, obispo y mártir pamplonés, que datan del s. XII; el segundo, las ferias que tenían lugar en la ciudad, bajo privilegio de los reyes navarros, desde el s. XIV; y el tercero, la lidia de toros, documentada ya desde la segunda mitad de esa misma centuria. Fue Pedro de París –también apellidado de Artajona– quien en 1186 trajo a la catedral pamplonesa la primera reliquia de san Fermín, que le fue dada por Teobaldo de Heilly, prelado de Amiens (región de Picardía, Francia)…>> Seguir leyendo el artículo sobre los Sanfermines en la Gran Enciclopedia de España
